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21 enero 2021

Aventuras de ultramar

Liset, o "la Liseta" como la llamaban de niña, había abandonado Cuba hacía más de 20 años. Nunca había tenido especial nostalgia del lugar donde se había criado. Ni de aquellas personas con las que compartió años. No. La Liseta era una mujer de mirar hacia delante. Por eso se vino de Cuba y se instaló en Gran Canaria, donde trabaja de interina en casa de una señora mayor a la que cuida de lunes a sábado. Los domingos son sus únicos días libres y los pasa con su novio. Sí. La Liseta con casi 60 años tiene un novio desde hace casi 3. Ella dice que vive tranquila desde que consiguió el pasaporte español y lo que Dios le ha dado en esta vida, mucho o poco, es un regalo. Amén.

Yo la conozco desde el año pasado y a lo largo de los últimos meses nos hemos visto con relativa frecuencia. Cada vez es igual: ella acude por sus controles de salud y yo trato de animarla porque cada vez la veo más gris. El día que por fin me contó el origen de su pesar yo era todo oídos. 

Según me explicó, mucho antes de venir a España y siendo muy joven, en Cuba se casó con un muchacho conocido por su familia. Ella no le quería, pero se sentía protegida por el hecho de estar en matrimonio. Tenían un hogar y ella... era joven. Pensaba que no podía poner restricciones a su marido y lo más natural en aquel momento era permitir que tuviera su libertad. Sabía que veía a otras mujeres y a veces pasaba periodos largos fuera de casa, días enteros. La Liseta trabajaba de profesora en aquella época, en un colegio que le quedaba cerca de casa, y siempre tuvo entereza para hacer oídos sordos cuando algunos compañeros del trabajo le daban pistas sobre los hábitos nocturnos de su marido. Ella ya lo sabía. 

La Liseta no pudo tener hijos así que cuando su hermana del alma tuvo una niña, enseguida creó un vínculo muy especial con ella. Pasó mucho tiempo con la pequeña, le enseñó muchas cosas útiles para su vida. Aunque había lecciones que primero debía aprender ella. A medida que su sobrina fue creciendo, su matrimonio fue menguando. Ella sentía que su marido ya estaba cansado de ella. Tomaba más alcohol de la cuenta. Pasaba periodos más largos fuera de casa y cuando regresaba, discutían. Su sobrina fue testigo del duro proceso. 

Entonces sucedió algo inesperado. El marido de la Liseta, anegado de alcohol, acabó con el coche patas arriba en medio de la carretera en un tremendo accidente mortal. Ese fue el punto de inflexión para la Liseta y así fue cómo decidió dar un cambio a su vida. Se vino a Gran Canaria, se buscó un trabajo y un novio formal. 

Hace unos años su sobrina la llamó para que asistiera a su boda en Cuba. Había encontrado un hombre que la quería y quería hacerla feliz. La Liseta echó mano de todos sus ahorros y compró los mejores regalos que pudo encontrar. Volvió cargada de ilusión pero cuando llegó allí sintió una terrible decepción. Al conocer al futuro marido no vio sino un reflejo del suyo. La misma palabrería dulzona con la que la había engatusado a ella. Supo entonces que el matrimonio de su sobrina sería un fracaso. Desde entonces vive con la agonía de pensar que ha sido un mal ejemplo para su querida sobrina. 

El tiempo le dio la razón. 

Poco después de la boda, su sobrina se quedó embarazada: una niña. Lo perturbador del asunto es que el marido de ella iba a ser padre, con otra mujer, al mismo tiempo: un niño. La sobrina de la Liseta recogió lo que le quedaba de dignidad y se vino a España. Tuvo a la niña sola. El marido apareció después. Durante una semana estuvo soltando sus ideas de triunfador, habló de mudarse a Miami y vivir su sueño con esa otra familia. Con las mismas se marchó. Ahora es padre de 3 niños. Su única hija la tiene aquí, a un océano de distancia. 

La Liseta se puso triste cuando me contó la historia y yo ya no podía estar más enganchada. Le daría un "¡bravo!" por haber luchado por el interés de la familia y haber sabido alejar a las personas tóxicas de su camino. Pero ella se sentía culpable porque al final su sobrina había elegido un mal hombre, y ahora estaba sola, con una niña que no conocía a su padre. Le dije: "sé que esto te va a sorprender, pero todo lo que le ha pasado a tu sobrina ha sido solo decisión suya". No podemos vivir esclavos de las decisiones que toman otras personas, aunque nos parezca que repiten nuestros errores. Vivir es pasar constantemente por el ensayo-error. Hasta que sale bien. 

Le di un pañuelo a la Liseta, se seco las lágrimas.
Me dio las gracias y nos abrazamos con la mirada. 

30 octubre 2012

Lo mejor que te da la Vida

¿Es normal sentirse tan realizada con el trabajo?
No sé qué me pasa de un tiempo para acá, pero mi motivación se ha elevado a la enésima potencia. Estudio, hago prácticas, voy a clases y vuelvo a estudiar pensando en lo mismo. Regreso a casa pensando en niños y sueño con ellos. Sí, amigo, otra cosa no... pero mi dedicación a la medicina no me la podrás negar. De hecho está llegando a ocupar casi todo mi tiempo dentro y fuera del hospital, mientras como en la cafetería con los amigos y cuento cada anécdota con los niños, entre clase y clase o en las asignaturas optativas de la tarde. Los niños me persiguen y a mí eso me encanta. Cualquier treta que pueda sacarles una sonrisa para mí es una poción secreta de poder y de ilusión. Por momentos pensé que mis influencias hormonales me la estarían jugando pero semanas más tarde y no en mi mejor momento, me levanto cada mañana como si fuera el único. Creo y afirmo sin miedo, que podría vivir con la Pediatría, casarme con ella e ir entre ella y yo, a por una hipoteca con interés a largo plazo. 

El párrafo anterior te puede parecer la confesión de cualquier persona con trastorno obsesivo pero así es la Medicina y así es lo que te gusta, absorbente y maravilloso. Yo también soy un poco "focused", en cuanto algo me capta, me tiene. Igual que me pasó en Cardiología; que dejó en mi vocabulario habitual palabrejas como cateterismo, arteria obtusa marginal que no sabía que existía o super-favorita.

En una de las guardias, una mamá me dijo que su bebé era lo mejor que le había dado la Vida. No sé por qué, yo la creí. Hoy fue la primera vez que exploré (en primera persona) un recién nacido y lo único que pude pensar mientras lo hacía era que la emoción, la intriga y lo maravilloso de aquello sólo podía ser superado por el hecho de que fuera tuyo.  

Feliz noche de martes ;)



PD: para todos los que echan de menos las chuminadas entre tú y yo, gracias! ;) me estresan al pensar que tengo que escribir más, pero hago lo que puedo, jejeje!