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15 noviembre 2020

Un café desparramado

Así resumiría este fatídico año 2020, con mi último café: amargo y desparramado. 

En las fechas que rondamos se respira un aire entre seco y extraño. Por una parte se siente esta pesadez calmosa que dejó tras de sí la segunda ola de COVID19 que tuvimos en verano y, por otra, la agitación de unas navidades apresuradas que se anticipan a la vuelta de la esquina por miedo a un nuevo confinamiento. No hay forma de encontrar el equilibrio y eso me pone de mal humor. 

No se puede ir muy lejos y cuando vas por la calle ves demasiadas persianas echadas y carteles de "cerrado" que conlleva que la gente se deprima y acabe amontonada en los mismos sitios de siempre: los centros comerciales. Justo lo que hay que evitar. Ante esto, y para llevar la contraria como siempre, he optado por echarme a la calle a descubrir. Manos a los bolsillos y ojos abiertos. 

Para mi dicha, mi búsqueda ha dado resultado. 

Resulta que el otro día, con la poca batería que me quedaba en el móvil, localicé una de esas cafeterías -superviviente, de las que aún quedan abiertas por la zona centro y elegí sentarme exactamente en la misma mesa desde donde estoy escribiéndote estas palabras. Te encantaría. Lo sé porque a mí me encanta. 

Parece una broma de esta ciudad que sigue haciéndome guiños para que me quede para siempre. Ahí, a un paso de la playa hay un local tan poco común y tan pintoresco que parece sacado del mismo París. Con sus cómodos sillones estampados que no pegan ni con cola, sus sillas de madera, sus cuadros clásicos, un par de lámparas de araña y un hilo musical con notas suaves, lejanas. Ideal para mis pensamientos, para esos días en los que no soy médico, ni hija, ni pareja ni amiga. No hay nadie más, solo yo. Lo más irónico es que es el sitio perfecto para mi café porque se trata de La Cafetera.

Se podría decir que este rincón me salvó. Me rescató cuando estaba a punto de caer en el vacío oscuro de ese ronroneo mental absurdo que no va a ninguna parte y además evitó que muriera de hambre.

Ojalá pronto podamos subirnos a un avión y volar lejos, pero por ahora nos toca hacerlo con los ojos cerrados. Cuídate, busca el rincón para tus pensamientos y bébetelos. 

01 diciembre 2019

Hay una estrella╰☆╮

De tantos años escribiendo, tengo muy poco acerca de la Navidad... Anteriormente porque la pasaba estudiando. Luego, de residente, trabajando y ahora, disfrutando.
Lo importante es que ya estamos en el mes de lo bueno: buenos recuerdos, buenos jamones, buenos regalos. Este mes es la guinda del pastel. Tanto si lo hemos hecho bien, mal o regular, como si no lo hicimos. La moraleja es que al final vuelves a tener una nueva oportunidad para... ¡lo que quieras!.

Es una época muy especial en la que nos podemos envolver con papel de regalo y abrazos durante tooodo el día, todos los días, sin dar más explicación. ¡Es Navidad! 

La gente alrededor tiene esa sonrisita floja y, a la mínima, se oyen risas. Nos permitimos sobrepasar los límites del ridículo con esas diademas de reno, los gorros con lentejuelas o colgando por la ventana algún discreto muñeco con luces que se ven a 10 Km de distancia. Te reencuentras con amigos y familia que hacía tiempo que no veías esperando más de uno que a tal fulano se le haya olvidado que le debes dinero de la última vez. Hay muchas más reuniones: cambiamos el café por el chocolate caliente o los zapatos de trabajo por los tacones de fiesta. Y sienta de maravilla. Así que olvídate del coche y aparca las malas vibraciones. 
Siente el viruje (frío polar), busca buena compañía y sal a la calle: está llena de luces. Para todos hay algo de luz entre tú y yo, aun entre las sombrasYo, al menos, sí creo que hay una estrella con mi nombre escrito por ahí. 
PD: Sin duda esto es lo más positivo que he escrito nunca pero, ¡es Navidad! 

23 mayo 2019

Ahora que esto se termina

Aprobé la carrera de Medicina en 7 años.
Preparé en examen MIR en Madrid en 2014.
Y ahora han pasado un poco más de 4 años desde que saliera del Ministerio con aquel papel reciclado en la mano que decía que tenía una plaza como Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria en Gran Canaria. 

"R1 es dar la bienvenida, R2 para disfrutar,

R3 hay que estudiar y el R4, trabajar."


Esto fue lo que me dijeron nada más llegar.
Créeme, estas palabras han resonado tantas veces entre tú y yo, que las podría recitar en sueños.

La cuestión es que dejé Tenerife y a mi familia y me vine solita a esta isla. Comencé a trabajar desde el principio en una dura carrera de fondo que me iba a dejar casi sin aliento. Es agotador. Por suerte, la mitad de las historias malas se me han olvidado y de todo ello he decidido quedarme con lo mejor. Las personas, las risas y la pasión. Está claro que estas son las piezas que mueven el mundo, al menos el mío. 

A lo largo de estos 4 años ha habido innumerables ocasiones de flaqueza, de escasez de energía y de impulso. Por enfermedad, porque la vida es dura, injusta, y porque parece que no siempre se puede arreglar todo a la vez. La verdad es que lo que uno entrega a estos 4 años no está pago. Las noches, las facturas de la gasolina, los pacientes demandantes, los domicilios de última hora, los trabajos, las libretas del residente... y, en general, todo el tiempo que hay que dedicarle. TODO. Si no, esto no sale. Aunque yo digo que al final, cuando parece que ya no podemos, siempre hay para un pasito más. Aunque sea pequeño. 

Admiro a todos mis compañeros residentes y valoro el esfuerzo de todos porque estos años incluyen mucho trabajo y mucho estudio también. Los cursos, las sesiones, las jornadas, los congresos. Cada mes hay algo nuevo y llega un punto en que te ves metido en una rueda que no deja de girar y que acaba en la cuneta. Socorro
En el comienzo tuve mi época rebelde
No iba a llegar hasta ahí para no celebrarlo. Y vaya que si lo celebré. El primer verano como residente sólo recuerdo salir de fiesta. Un día cualquiera, tanto si era sábado, martes o jueves. No me importaba para nada madrugar y no me preocupaba por ser puntual. No sé qué cursos nos dieron pero sí que me acuerdo de las noches que estaba despierta hasta las tantas en la calle, de las copas derramadas, de las risas y de... más cosas. En aquellos días (y noches), la vida era divertidísima y sencilla. La disfruté mucho.
Luego, Cupido me flechó y caí de lleno en el amor. 
Conocí a mi novio, en el trabajo claro, y arrimé a un lado todas las noches de jolgorio para dedicárselas a él. Esto también me llevó a aprender bonitas lecciones pero da para varios cafés. La cuestión es que me ayudó a amueblar un piso y la cabecita. 
Y por último, hubo un momento, no sé exactamente cuándo, en que no me quedó otra que ponerme a trabajar pero... A TOPE. Intensamente. Sin descanso. Día y nochesss. 
Así ha sido el último año. Ya no había tiempo para fiestas, ni para la contemplación, ni el amor (bueno, para eso siempre). Sólo carretera, cafés y comidas preparadas en la neverita, maleta con almohada y sábanas en el maletero del coche y noches fuera de casa haciendo guardia. Bolsos para arriba, bolsos para abajo todo el rato. 

Durante los salientes tampoco dormía mucho, de hecho creo que no dormí nada. Siempre tenía miles de asuntos por hacer y algunas veces me tocó regresar al Centro de Salud para meterle mano al proyecto. Con tanto va y viene llegué a gastar hasta 250 eur en gasolina en menos de un mes (muchísimo) y más de 100 horas de mi vida en colas de autopista. Manejaba 3 agendas a la vez, sin contar el planning de la nevera. Y los días y las noches eran: trabajar, trabajar, trabajar. En definitiva, la vida del residente mayor. 

Ya hace varios días que terminó nuestro contrato. Uno se queda como... en el limbo. Es ahora cuando, ordenando papeles, pienso en todas esas historias de los últimos 4 años y me parecen importantes, aunque fueran movidas. Lo que más me alegra es haber presentado el proyecto de R4, haber terminado la libreta del residente, dejar de hacer 5 guardias al mes y no tener que rellenar más protocolos de Riesgo Cardiovascular, al menos durante un tiempo. 

Si te preguntas: ¿y ahora qué? Pues, ni idea. Yo también me lo pregunto, pero sin agobiarme. De momento sé lo que toca... 
¡vacaciones! 

01 junio 2014

¡Hasta pronto!

Con el tiempo, me resulta cada vez más complicado despegarme del blog. En momentos en que he estado sin escribir entre tú y yo se me han ocurrido mil historias que luego, quedaron en nada. No quiero que, mientras preparo el MIR, me pase eso. No te asustes, esto no es una despedida. Al contrario, quiero presentarte mi nueva casa. Por supuesto, de alquiler. Está en Madrid, en un barrio tranquilo, muy cerca de la sede de mi academia. 
Aquí puedes seguir encontrándome. Para leerme o contarme lo que quieras. Nada va a cambiar, salvo mi nueva ubicación. ¿Qué esperar? Mis peripecias con el MIR y mi aventura en la ciudad. Espero que disfrutes con este pedacito de mí que dejo bajo estas palabras, en este sitio maravilloso que tanto trabajo y tiempo me ha llevado construir. Volveré. Ojalá te entre el gusanillo y quieras más. Tendrás que venir hasta mi nueva casa "Aquí, en Madrid". 
¡Hablamos pronto amigos!

17 mayo 2014

El gran día

             Hoy es un día importante para mí. 
Todavía no me lo creo: el proyecto que soñé hace siete años ya es una realidad. Poder vestir el color amarillo de Medicina me hace mucha ilusión. Sé que seré la mejor médico que pueda ser. Y lo sé porque me esfuerzo cuanto haga falta y a la hora de entregarse, te lo doy todo. Muchas veces caí muerta de hambre, extenuada de cansancio, o desquiciada de nervios. Cientos de veces imaginé que lo dejaba para, al momento, despertar y seguir estudiando. En un camino tan tan largo como medicina, la meta parece no llegar nunca. Pero llega. Esta foto demuestra que el trabajo, la constancia y las ganas de superarse entre tú y yo es la mejor de las recetas.
Este gran logro va dedicado íntegramente a mi familia, a todos los que quisieron formar parte de ella. Eternamente gracias por empujarme a conseguirlo. 

15 abril 2014

Invitaciones de Boda

Me doy cuenta de que pasa el tiempo cuando hablando con los amigos, surge a veces la certeza común de que en algún futuro próximo, nos llegarán invitaciones de boda de otros amigos, que son pareja. (Tengo 24 años, no es una idea del todo insensata si no tenemos en cuenta el loco mundo anti-compromiso en el que vivimos). Pero no se trata de gente normal. Hay entre tú y yo parejas que parecen estar hechas el uno para la otra, y no puedo dejar de usar esta frase tan recurrida, porque yo misma reconozco que son tal para cual. Visualiza dos personas atípicas que gravitando en la inmensidad de mi perimundo, se reconocieron y se encontraron. Seguro que tú también conoces a una pareja así, que al mirarla te dices: ¿pero cómo pueden estar juntos?, ¿cómo pueden durar tanto? Y así, van pasando los años. La gente me responde: "es que son iguales". Igualmente raros, quieren decir. Lo más curioso es que, a pesar de que son una pareja diferente, cuando nos viene a la cabeza cómo será ese momento de recibir la invitación de boda, nos lo imaginamos de lo más tradicional. Luego nos inventamos qué tipos de hijos tendrán, el nombre del perro... Es divertido. 
Cuando acaba la fantasía, volvemos a pensar en nuestra propia historia y nos preguntamos inevitablemente, si encontraremos a alguien tan parecido a nosotros, algún día... 

02 abril 2014

El ciclo de congelación de los garbanzos

Desde un principio me planteé hacer la segunda parte de mi preparación para el MIR fuera de casa. Es decir, que al acabar el sexto curso este Julio me mudaré a una de las sedes de la academia Amir, hasta Febrero del año próximo. Razón principal: pues que en las Islas Canarias no hay ninguna sede para hacer al menos una parte de la preparación MIR presencial. Razón secundaria: porque en mi casa no hay quien estudie. Total, que mi madre se ha puesto las pilas y ha empezado a darme clases de cocina vital básica (pelar papas) y próximamente, cocina vital avanzada (freír papas). Esto se basa en que yo pongo mi poker-face y la dejo que hable, igual que cuando veo las e-clases de Amir. Confío en que algo retendrá mi cerebro (confío demasiado en él, ahora que lo pienso). Lo mejor es que, cuando cierro los ojos por la noche e intento dormir, todo vuelve... pasan ante mí los pacientes con manchas extrañas y posiblemente contagiosas que toqué ese día, las vídeo-clases de 5 horas, el esquema de las vasculitis, el TNM del cáncer de pulmón, el algoritmo de la insuficiencia respiratoria y mi madre contándome qué hacer con los garbanzos cuando están congelados y quieres ponerlos en la sopa. Entre tú y yo sabemos muy bien que, cuando no sepa qué hacer con las papas, la llamaré para que me lo cuente todo otra vez. 

01 septiembre 2013

Los regalos de ellos

¿Sabes cuál es el problema de las rupturas? Que aún pensando que tu ex-pareja o ex-amigo está fuera de tu vida, siempre quedan remanentes: como los regalos de cumpleaños, las tonterías que compramos juntos o eso con lo que te sorprendió un día sólo porque le hacía ilusión. Lo más difícil de terminar cualquier relación es borrarla por completo. No sé ni qué hacer con todos esos trastos. Normalmente los tiro. Hay otros que en cambio, conservo. Qué es lo mejor, no tengo ni idea. Llevo mucho tiempo borrando gente de mi mapa y nunca lo he conseguido del todo. De hecho, durante unos años tuve en un marco de fotos de mi habitación una fotografía en la que salía con un grupo de gente, aún cuando entre ellos y yo ya no había amistad. 

Una amiga me decía que para ella lo mejor de romper con un chico eran los regalos que conservaba. Claro, a ella su chico le había regalado una cartera Guess. A mí una vez me dieron una cesta de jabones para suplicar mi perdón. El pobre diablo había comprado la cesta más grande de la tienda creo. Se la acepté sólo por no montar un numerito delante de toda la gente que había alrededor, en la misma entrada a un congreso en la facultad de Medicina. Luego, en mi casa, me arrepentí; quería demostrarle que gastando dinero no se arreglan las cosas. Así que me decidí a tirarlo todo porque ni con las perlas de baño se me iba a pasar el enfado que tenía con él... Mi madre se lavó la cara con jabón de algas del mar Muerto durante 3 años. El otro día por casualidad, vi que le quedaba media pastilla de aquellas en la jabonera del baño. Me lavé la cara con ella pero eso no consiguió limpiar los recuerdos de la escena en la entrada del congreso. Me reí durante un rato de nuestra fanfarronería y las tonterías de aquellos tiempos; eso sí, con los poros limpios. Hay que ver cómo cambia nuestra percepción de las cosas, con tiempo (o el jabón de algas del mar Muerto).   


28 agosto 2013

A fondo


Cada día me sorprende más la lentitud con la que me descubro a mí misma. Parece que a medida que pasa el tiempo se abre mi apetito por todo lo nuevo. ¿Acabamos alguna vez de conocernos? Estos días he estado explorando bajo el agua. En la playa cerca de casa, con aletas, gafas de buceo y tubo casi parecía que sabía lo que hacía. Nadie notó que era la primera vez, salvo yo. Sumergida, nadie pregunta por mí, ni se fija en lo que llevo ni entabla conversaciones absurdas conmigo. Y hay tanto que ver... hay tanto bicho ahí abajo, es increíble. Bajo la superficie hay un mundo entero por explorar y ni siquiera nos damos cuenta. Para mí está cada vez más claro que no hay un "nosotros" estático, con cada experiencia crecemos un granito de arena más. Y cada día nos trae nuevas oportunidades de expandir la línea de nuestras limitaciones, si queremos. Por eso, precisamente, no dejamos nunca de conocernos a fondo entre tú y yo

27 agosto 2013

El mejor peor

Mi prima N. de 10 años me contó hoy cuál había sido el peor día de su vida.
Al parecer, el último día que tuvo clase de Educación física este curso, hizo mucho calor. Para colmo, la profesora hizo correr 10 vueltas al patio a todo el grupo. Me contó que algunos niños se escondían detrás de las escaleras, a la sombra, para que la profe no los pillara. Dijo que ese había sido el peor día de su vida. Yo estuve apunto de explicarle que a eso lo llamábamos "test de Cooper" y que no era dar diez vueltas al campo, sino correr durante 12 minutos sin parar y que yo lo había hecho unas cuantas veces en el colegio. Pero dudé de que eso entre ella y yo importara, se trataba de su peor recuerdo. ¿Cuál era el mío?

Esto no me llevó mucho tiempo pensarlo, fue la época en la que estudiaba Patología General de 3º de carrera, la primera y casi la última asignatura anual que hice en Medicina. Examinaban los profesores-catedráticos de Medicina Interna y era una prueba oral. Me había presentado al primer parcial en enero y había ido bien; el segundo en mayo fue mal y ahora tenía otra oportunidad de recuperar esa parte suspendida y no dejar en entredicho lo que sabía de la primera parte. Estaba tan nerviosa que no dormía, no comía, no vivía. Así durante días y días. La noche antes estuve llorando, había intentado convencer a mi madre de que no sabía nada, que estaba bloqueada, pero ella me decía que al menos fuera y lo intentara. Aquella mañana llegué como siempre, un par de horas antes de que empezara el examen. Subí al lugar previsto (la 6º planta del Hospital - Servicio de Medicina Interna) caminando, como si de esa manera pudiera alargar el tiempo que me quedaba antes de enfrentarme a Pato. Pero sólo era capaz de pensar en tirarme por alguna de las ventanas por las que pasaba; miraba por esas ventanas abiertas mientras imaginaba cómo sería la caída desde cada una de ellas. Me daba más miedo examinarme que asomar la cabeza en un sexto piso desde el que sólo se veía asfalto y las chimeneas sobre el tejado de las cocinas. Me dolía caminar, estaba temblando y pensaba que en cuanto leyeran mi nombre de la lista iba a vomitar la infusión de valeriana que me obligaba a beber en el desayuno. La gente que estaba allí para examinarse, no paraba de hablar y de parlotear con esa verborrea nerviosa y confusa de información cruzada que, antes de un examen, más vale no escuchar. Yo no quería ni oírlos, a nadie. Así que fui a sentarme en el hueco de las escaleras, justo al lado de la puerta de "el despacho", pensando en aquellas ventanas abiertas, y allí me quedé hasta que llegaron los profesores y empezó la prueba. No recuerdo una sensación peor que esta. 

17 julio 2013

Vacaciones

Qué bien suena... Después de tanto examen y tanto trabajo, ya era hora de descansar. Al principio estaba un poco rara, por disponer de tanto tiempo entre tú y yo. No sabía ni qué hacer. Pero finalmente me rendí y busqué algo con lo que disfrutar: ¡verano! Con las hojas de lunes a domingo completamente vacías en mi agenda, para llenar con lo que quiera. No me busques ni me llames, lo más seguro es que esté en algún lugar sin cobertura... ¡Hasta pronto!
Playa de la Nea, Tenerife

24 junio 2013

Dolor, benzodiacepinas y yoga


Sí, amigos. He vuelto a tener otra crisis de dolor lumbar. La última fuerte fue hace dos años, también por esta época del curso -fin de exámenes. No quiero acordarme de aquello; mi médico de cabecera pensó que me estaba dando un cólico nefrítico y no me hizo la receta apropiada. Esta vez no ha sido tan dramático. Empezó la última semana de exámenes ese dolor lumbar típico: localizado en parte baja de la espalda, siempre me aparece por la derecha, que se alivia sólo cuando relajo la posición, mientras, es un dolor quemante, como si me atravesara una barra de metal (o una espada, tipo "Juego de Tronos"). Tomo antiinflamatorios y hace el mismo efecto que el agua de lechuga, nada. (Lo siento por los que creen en el poder de dicha infusión). Aún me quedaban dos exámenes por hacer y no pensé en llamar al fisioterapeuta en aquel momento. Decidí aguantar. Error. 

Por qué fue un error: porque el dolor fue a más, mucho más. De tal modo que a la semana y media, cuando hice mis dos pruebas finales, me dolía en cualquier posición, no podía dormir ni toser ni reír. Así que como buena estudiante de medicina, me automediqué. Fui al cajón donde guardamos los medicamentos en mi casa y revolví a ver qué era lo más fuerte que encontraba. Ah, se hizo la luz. Encontré las benzodiacepinas que me recetaron la última vez cuando acudí casi desfallecida a Urgencias. Quedaban pastillas en la caja y por suerte no estaban caducadas. Era fin de semana y casi no podía ni caminar, pero tenía que esperar al lunes para poder ir al fisioterapeuta. 

Lunes, bendito lunes. Dejé un mensaje a primera hora en el contestador de mi salvador. A lo largo de la mañana me llamó y me dio cita para esa misma tarde. ¡Aleluya! L. es un gran profesional. La vez anterior ya había dejado mi columna destrozada en sus manos y había hecho magia con ella. No sé qué haría esta vez. Al entrar por la consulta y ver mi cara dijo: "¿te duele mucho la espalda otra vez no? se te nota en la cara". Yo junté las manos y recé a dios dándole las gracias por haber creado a los profesionales de cualquier especialidad o campo. Y a la acupuntura. Pero sobre todo a las manos de ese hombre que, durante la hora siguiente, me colocaron la espalda -vértebra a vértebra, en su sitio. Todavía me dolía al salir del consultorio, y al día siguiente también. A los dos días, el dolor había desaparecido por completo y ahora estoy como nueva. 

Le pregunté en esta ocasión a mi salvador, qué tipo de actividad podía realizar para ayudarme con el dolor cuando lo tuviera. Me recomendó el Yoga. Y yo pensando, ¿eso no es meditación? Pues sí, más o menos. Resumiendo sería como reflexología y estiramientos. Bueno, pinta bien; y parece más barata de lo que me estafarían entre la psicoterapia y la medicación juntos de seguir con ese dolor, así que no me importa probarlo. Claro que una cosa es el Yoga y otra la que Yo-haga. Digamos que lo intento y dejémoslo ahí, ¡jajaja!

22 junio 2013

Con el agua hasta el cuello

Estos días, amigos y amigas muy cercanos y queridos míos están estudiando para exámenes finales, muy exigentes y vitales para la conclusión de sus Grados. Soy consciente de que no todos están de vacaciones aún entre tú y yo, y que cada universidad termina cuando le viene en gana. Por esto me gustaría enviarles desde este pequeño rincón, un poco de luz y un abrazo enorme a todos. Ojalá la empatía fuera más práctica y pudiera echar una mano real a la carga que tienen ellos en estos momentos pues así, yo también me he visto -agonizando. Lo que queda es coger el tiempo por el cuello y ¡un último empujón, amigos!

Verano 2012 - Santiago de Compostela (desde la izq: Lily, yo)

01 marzo 2013

Se busca

"Servicio clínico en un Hospital de tercer nivel -hospital de referencia, que ofrezca contrato para realizar Residencia durante 5 años. Debe ser limpio, ordenado, multitasking y con recursos. Los componentes del servicio deben ser simpáticos, didácticos, que trabajen en equipo y con una edad media que no ronde los 80 años. El Jefe de Servicio debe ser empático y con aptitudes de liderazgo. Número de guardias por determinar. Se valorará que permita obtención de Doctorado y reciba alumnos universitarios. Interesados ponerse en contacto".  
¿Qué buscar si no, cuando toca saltar de la Facultad al Hospital? 
Si es que quieres estar en uno, porque tranquilamente podrías optar por trabajar en un Centro de Salud y olvidarte de pasar por edificios de más de cinco plantas. Está claro que cada estudiante de Medicina tiene más o menos claro dónde quiere acabar trabajando. Pero después, lo que ocurra tras el MIR puede ser tan distinto... Lo importante es saber en qué sitio encajas mejor, qué tipo de pacientes querrás ver y donde no claramente, quieres acabar. Por ejemplo, acabar en un zulo oscuro viendo radiografías no es lo mío, ¡jajaja! Con todos mis respetos entre mi amigo radiólogo N. y yo. Ya se verá. Antes o después, algún servicio me tendrá que adoptar, ¿no? Espero que cuando llegue ese día, aún quede algo de lo que fue un Sistema de Sanidad viable, aunque tal como están las cosas, lo más sensato parece ser coger las maletas y marcharse rumbo a donde quieras. 

Ayer salía en un periódico de las Islas, la siguiente noticia con el primer planazo de mi profesor de patología digestiva y jefe de Cirugía del Hospital Universitario de Canarias (HUC)... 


Por si fuera poco, en el mismo diario aparecía una foto de nuestra Facultad en plena portada como encabezado de la siguiente noticia...

 
Espero que no llegue el día en que haber estudiado en la Universidad de La Laguna, se convierta en un privilegio y en pasado.

26 febrero 2013

Así, en plan monólogo


El monólogo es el eufemismo utilizado como excusa para echarse un rollo, contar tu vida/penas, como quieras llamarlo. Y ya puestos a que todo el mundo que dice lo que piensa parece tener razón, la libertad de expresión y farándulas como esa, me he propuesto marcarme un monólogo como una campeona. (Me resulta bastante difícil escribir si pararme porque soy un poco maniática del formato y la ortografía, pero no es culpa mía sino de mis profesores de Primaria).

Creo que si escribo todo lo que estoy pensando podría frenar esa cháchara verborreica que no me deja respirar. Me paso todo el día hablando, con mi familia, en la facultad, con los profesores, por email, por teléfono, en persona, con los camareros de la cafetería, con el vecino que coge el ascensor conmigo... En clase, cuento lo que me pasa en casa y lo que hago en mi tiempo """libre"""; en casa, cuento lo que me pasa en la calle. No hay quien lo pare, una vez que empiezo no puedo parar. Contar, charlar, hablar a cualquier velocidad, con parsimonia (más bien pocas veces) o igual de rápido que estoy escribiendo ahora. ¿Silencio? No le veo utilidad fuera de las depresiones, los exámenes y las preguntas incómodas del tipo '¿te quieres casar conmigo?'. Encima, como en esta etapa de mi carrera estamos con asignaturas poco clínicas y de las que te exigen hacer trabajos escritos, la tasa de verborrea por minuto aumenta paradójicamente de forma exponencial. Creo que con el último que hice, de Farmacología, superé mi capacidad maxima. Porque tienes que debatir cómo repartir el trabajo, a quién asignar cada parte, juntarse para trabajar en grupo, preguntar dudas... Un maremoto de enlaces de páginas en inglés, wasikòsky o cualquier idioma incomprensible. En fin, que los trabajos me tienen loca de la cabeza.

Luego, después de un día que te deja K.O. rotundo llegas a casa, a tu remanso de paz y empieza la guerra. Que si mi hermana E. habla mucho demasiado y le van a poner un parte (que conste en acta su 'mal comportamiento'), mis padres con su rollo "los novios son malos" o "no hay dinero" o "búscate un novio con dinero", mi perro... ah no, espera, no tengo perro. Mi otra hermana preguntándome cómo se visten los presentadores de un teatrillo, yo enchufada al ordenador haciendo tres trabajos al mismo tiempo y de repente oyes: ¡Débora, corre! Voy al salón y resulta que mis padres me habían avisado porque en la tele salían dos ginecólogos habando del cáncer de endometrio. Ya sé que el cáncer no es algo despreciable, pero ¡yo quiero ser pediatra! Me siento incomprendida, voy a la nevera y cojo un bombón de chocolate. Me planteo si buscar el sustitutivo, pero me da que no; por el momento no creo que sea el momento de buscar el momento para tener un lío con nadie, al menos de momento. El chocolate sólo está muy bueno y no me da tantos problemas, salvo un poco de acné que gracias a mis años de Medicina y el remedio de mi vecina sé tratar. Al menos tengo mi cochecito, con el que puedo ir a donde quiera pero estos días son malos para desplazamientos, si quieres llenar el tanque ya puedes preparar un riñón y la mejor opción parece quedarse en casa con las pantuflas, los problemas, los trabajos y la familia.

Tampoco es que me queje de mi vida. Me encanta, me lo paso muy bien casi todos los días. Algunos en especial, en los que hay muchísimas risas, ayudan a mantener una autoestima astronómica. Mis amigos son lo mejor, la chispa, la guinda o lo que sea que pongas al pastelillo encima de todo. Con ellos te ríes, te ríes y te ríes de lo que es gracioso y de lo que no lo es. Están contigo en los bueno y, a lo malo le dan una patada. No sé qué tipo de vida tendría sin mis amigos, esos medicuchos que en nada serán conmigo médicos de verdad (¡ay que miedo!). Tengo muy claro que el que mira hacia otro lado cuando tú pasas, no conoce la amistad. Y me da lástima. Porque cuando tienes un amigo, te conviertes en una persona mejor y dejas de ver barreras donde no las hay y dejas de girar la cara cuando pasa a tu lado alguien con quien peleaste una vez. Hay vida después de las peleas.

Una cosa que sí me trastorna un poco es no poder viajar todo lo que quiero. Me dicen que no es el momento, y lo sé. Me dicen que ahora toca estudiar, que hay luz al final del túnel. Pero para mí, si no es el túnel que une Francia con Inglaterra, me da un poco igual si estoy cerca de la luz o no. Con mochila o con maleta no importa, pero con mapa. Confío en que algún día pueda tachar de mi lista todos los sitios que me quedan por ver, aunque es una lista un tanto larga y que además, acaba en puntos suspensivos. No quiero una casa más grande, ni un móvil más caro, ni ropa más a la última. De hecho, cuando parece que uso ropa nueva se trata de cosas que le quito a mis hermanas. Las cosas materiales no me dan seguridad y tienen poca importancia para mí, son el medio para concretar fiestas, trabajos, pero en sí el hecho de poseer no es algo que despierte en mí ninguna satisfacción ni sensación de poder/tener. Pero los viajes... ayy. Los que me quedan por hacer y los que he hecho, esa gente tan estupenda que he conocido aquí y allí. Me acuerdo más de ellos de lo que podrían imaginar. Pero claro, esta son la clase de cosas que no les dices nunca, sino que las escribes en un blog o te las callas. 

Podría seguir escribiendo muchos párrafos como estos. Pero no conviene darte tanta información acerca de mí porque podrías llegar a conocerme y entonces, darte cuenta de que estoy medio loca de verdad. Deja que quede algo por contar, si es que acaso lo hay... para que quede entre tú y yo, la excusa para un café o a saber qué.

01 enero 2013

Mi prolegómeno

Parece que siempre digo lo mismo. Pero de nuevo, no voy a perder ni un minuto más hablando de este enriscado 2012 que ya nos abandona y que no me ha dejado más que obstáculos y problem... Bueno -siendo justa, no todo lo que me llevaré de recuerdo suyo ha sido malo. Es por el placer de quejarme. De hecho, si hubiera que hacer un balance, sería en positivo. Para mí, el 2012 acaba igual que empezara hace 365 días...
 

Igual que todo 31 de Diciembre desde hace 5 años, en el que me paso la mañana sin apartar la nariz de mis apuntes correspondientes; de Patología Digestiva el año pasado y Patología Digestiva Pediátrica éste. Luego, a mediodía un salto fugaz al centro comercial para supraabastecimiento alimentario (:D) y regocijo de los últimos antojos antes de partir el año. Por la noche me gusta pasarlo en familia, con una pereza que me agarra de los tobillos cada vez que pretendo acercarme a la puerta para salir. Será que por pasar tantos días estudiando, me gusta aprovechar estos escasos momentos de abrazo familiar aunque ello implique pasar la noche derrochando tiempo con bengalas, brindis en plural, o interminables llamadas telefónicas.  

Sin duda estas fiestas me he percatado de que la mejor aportación culinaria que ha tenido el 2012 y en especial, Santiago de Compostela, ha sido la introducción a mi paladar del aprecio por una copa de vino o unas buenas cervezas. ¡Chín-chín! También ha sido un año de grandes ideas -brillantes, y planes que, con las mismas que se planificaron, se llevaron a cabo con éxito. Pude presumir de aprobados en Junio, de maletas en verano y de amigos reunidos por mi cumpleaños. Si tengo que quedarme con algo, será con la certeza de que el 2012 vino para hacerme creer otra vez, en todos los sentidos de la palabra. En uno de esos sentidos me encontré con el Amor, y con un empujón vi cómo convirtió a un amigo en mi pareja. Aunque no todo ha sido bueno, también vino para quitarme mucho y no hay día que pase sin que recuerde lo que se quedó por el camino, como las personas cuyos caminos les llevan lejos de mi lado o las palabras de perdón que tantas veces no pronuncié. La estrella de la fortuna no me ha reportado ni una mísera suma de dinero aunque eso no quita que ahora mismo me sienta una de las personas más ricas. Disfrutar de las artes como la música, el cine y el cine musical o los musicales de cine, han hecho del año algo para recordar. Si no has visto "La Bella y la Bestia" en directo, te recomiendo que busques la ilusión que guardas dentro y dejes que su llama vuelva a brillar. Es pura magia.  


Mucho queda por mencionar, pero no quería centrarme en el capítulo que acabamos de cerrar sino en lo que el 2013 nos presenta. Qué trae entonces, este Año Nuevo para mí. Pues en cientos de palabras: cientos de promesas. De amistad, de amor, de exámenes aprobados, de viajes, de proyectos, de fiestas, de cine, de excursiones, de palabras y más palabras entre tú y yode reencuentros, de risas, de regalos, de fotos antiguas y nuevos recuerdos... Nunca había estado una Nochevieja tan cargada de ellas. Buen feeling y mi ilusión puesta en cumplir mis expectativas. Lo demás que quiera llegar por sorpresa, será valor añadido para un año que por ahora, pinta bien. Sé que "no le puedes decir al sol, más sol; ni a la lluvia, menos lluvia" pero con la fuerza que hay en mí, sea ésta poca o mucha, encontraré la manera de hallar el equilibrio y seguir guiando mis pasos por el buen camino -que no es otro que el mío propio, ya sea a velocidad crucero, a marchas forzadas o de puntillas.  

A todos, mis mejores deseos para 2013
  ¡¡Feliz Año Nuevo!!