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07 julio 2015

Taller de entrevista clínica

Esta semana y la anterior ha habido un silencio (dis)funcional en este blog debido a los cursos que hemos tenido que atender. No lo digo como queja, sino como nota informativa. 
Los primeros días de julio fue sobre el manejo de la consulta de Atcn. Primaria (básicamente papeles que tenemos que conocer y manejar, bajas laborales y otros trámites no faltos de importancia) y estos días ha tocado hablar sobre la comunicación médico-paciente. (¡JA!) Quizás sea la que más me dio para hablar y no pude evitar intervenir alguna que otra vez... Es que si me pides que te cuente cómo sería el paciente ideal, me estás dando mucha cuerda. Uh, a mí dame cuestiones metafísicas. 
El paciente ideal... ¿existe?
Te diría que no. Si no fuera porque ya lo he conocido. De hecho mi tutora y yo tenemos un par de pacientes de los que podemos decir, son ideales. Son respetuosos en todo momento, nunca vienen fuera de hora, esperan su turno, los motivos de consulta son lógicos, no hacen quejas, te comentan su (así, en singular) problema y suelen ser resolvibles, consumen exactamente el tiempo programado para su cita y se marchan sonrientes. Y sanos, claro. Sin abrazos, sin "mi niña", sin regalos. Considero que no pedimos mucho a nuestros pacientes y aún así, este utópico paciente es más raro de ver que un perro verde.

También es cierto que los pacientes esperan que el profesional sanitario que lo atiende, tenga cualidades parecidas: que sea puntual, que vista de manera profesional, que tenga conocimientos, que sea resolutivo, que sepa escuchar y sea empático. Ajam. Uno trata de esforzarse (en mayor o menor medida) para acercarse a las expectativas de nuestros pacientes pero la realidad es que también somos humanos y las características individuales tienen un papel central en todo este proceso de la entrevista clínica. 

Hablamos sobre las expresiones, conscientes o inconscientes, que podemos mostrar durante la consulta. A veces una mirada, un gesto, una ceja más alta de lo que debía, puede decirle a nuestro interlocutor más de lo que pensamos. Pero esto no es nada nuevo. Seguro que tú mism@ tienes la sensación de ser más expresiv@ de la cuenta y que al leer esto has pensado "es que a mí se me nota todo en la cara". (Si no te ha ocurrido no pasa nada, pero ya que estás, me interesaría que pudieras darme nociones de poker face, gracias). 

Un detalle que a mí me resulta particularmente interesante son los guiños entre tú y yo. A menudo la gente me guiña un ojo (mayormente hombres) en contextos muy variados: desde la consulta al hospital, entre compañeros o desconocidos. No me refiero a los guiños en un bar de copas, claro; sino a esos espontáneos, a los que transmiten confianza, un saludo amistoso, un "bien hecho", en definitiva un guiño que he terminado asociando a un sentimiento agradable. Es por esto que a veces me encuentro a mí misma dejando a un lado el pudor y guiñando el ojo al mundo, transmitiendo siempre en un canal de frecuencias positivas. Te animo a que lo intentes y compruebes el resultado. 

¡Feliz noche lectores! ;) ;)

01 junio 2015

El primer día en el trabajo

Siempre es el que da más miedo. Al principio todo son dudas, pero no de las que agobian sino de las que intrigan. 
Después de conocer mi servicio, a mis jefes y compañeros aún quedaba algo pendiente, conocer a mi tutora. No la conocía en persona y me eché un fin de semana completo intentando ponerle cara y preguntándome qué clase de persona sería, qué tipo de vida tendría, sería una persona feliz (no podría aguantar cuatro años de pesimismo) y sobre todo, nos caeríamos bien. Me habían dicho -no sin razón, que era fundamental para la residencia tener una buena relación con tu tutor, especialmente en Atención Primaria. 

Mi centro de salud, Gran Canaria
También divagué un poco tratando de visualizar qué clase de pacientes tendría en mi centro de salud, si serían jóvenes o mayores, si tendría que repasar primero los antibióticos o la exploración neurológica. En esto se me fue la mayor parte del fin de semana y para cuando fue lunes, todo había quedado en nada y la realidad me estaba esperando aquí:

Sí, ya puedes morirte de envidia (yo lo haría). Es un sitio residencial cálido, soleado y tranquilo. Hace un viento que lo flipas en la autopista, esa zona de la isla es famosa por esto mismo. Pero aquí, entre calle y calle apenas se nota. El centro es bonito por fuera y por dentro y no hablo sólo de la infraestructura. 

Desde que llegamos, mi compañera y yo, fuimos acogidas con gran alegría como parte del equipo, así que estoy contenta. Sudamos un poco cuando nos enseñaron el cuarto de paro lo primero de todo pero quedamos más tranquilas cuando nos dijeron que sólo se usaba un par de veces al año por auténticas emergencias. En cuanto a mi tutora D., me demostró que las dudas eran infundadas desde el primer vistazo. Cuando nos presentaron ella esperaba sonriente para recibirme con los brazos abiertos y así de rápido supe que nos iba a ir muy bien entre D. y yo. Conectar -lo llaman. 

Ya hace una semana de esto y aunque estos días estoy alejada del centro porque nos tienen entretenidos en el hospital con un curso de Urgencias, no veo la hora de volver a mi consulta, a ver a mis pacientes y sentarme de una vez a estudiar la exploración neurológica (paso de los antibióticos, jajaja). 

¡Feliz semana amigos! :)