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27 abril 2020

Los besos que el Coronavirus nos robó

Maldito. Maldito. Maldito. Coronavirus.
Pasa entre tú y yo como un tornado, desorganizándolo todo.
Los días se hacen largos, larguísimos, eternos, esperando el momento en que podamos volver a la "normalidad" aunque realmente lo normal es que queramos volver. A esos lugares, esos momentos, esas personas. Y nos ocupamos en oír las historias de la gente porque es mejor que escuchar nuestro propio retumbar. Ese sonido que se nos ha quedado pegado, como hueco.

En estos días en los que "cariño", "mi niña", "churri" o "mi amor" están en lista de espera nos vale cualquier migaja de amor. Ahora nos tratamos con los genéricos, es decir las vídeo-llamadas. Gracias a ellas suspiramos, de alivio, al conectar con los que están lejos. Pero están. Y volverán. Todos los besos tienen dueño: los que se han dado y hasta los posibles... Como todo ese amor que se nos ha quedado en la cola de impresión al acabarse la tinta.  

Esto nos ha pasado por encima y nos ha quitado nuestra esencia. Nos ha quitado. Y eso es motivo suficiente para seguir declarándole la guerra cada día. Por eso aún saboreo el primer beso que me dio mi novio, aunque lo tenga cerca, y el último que le di a mi madre, que la tengo a una isla de distancia. 

Nos llamamos en silencio, nos queremos por teléfono, nos besamos en sueños.

Hoy, un minuto de palabras por todos esos besos que el Coronavirus nos robó.

25 octubre 2019

No sé si contártelo

Las consultas de Medicina Familiar muy a menudo hacen de confesionario.
Nos han enseñado que hay que tener un poco de cabeza para controlar qué decir, a quién y en qué momento. Pero en Medicina basta muy poco para saltarse todas esas barreras. Algunos pacientes llegan como una exhalación, directos a contártelo TODO. Eso en canario es lo que se dice "entullo", too much, vamos, demasiado... A otros, en cambio, les costará algunas idas y venidas poder mostrar su auténtico lado, así como de refilón, apenitas. Pero lo que la gran mayoría tiene en común es que, si los dejas, están desando contártelo todo. Para una médico joven, novel, que trabaja de sustituta es un poco más difícil de abordar yo creo. Aunque eso se entrena con la práctica clínica diaria, tengo claro que también hay que traer algo de serie. 

Para mí, la consulta en la que trabajo es mi terreno neutral: sin prejuicios ni tabús, es el tiempo muerto en la cancha, la habitación sin ventanas, es mi pequeña Suiza (con chocolate incluido). Donde se puede compartir todo (incluido el chocolate). Por eso yo también disfruto cada día de ese lugar en el que puedo expresarme libremente, sin tabús, cuando el paciente está preparado para escucharme. A la mayoría sé que les sirve lo que les aporto. Aunque no pueda quitarles el dolor o el miedo, se marchan comprendidos y agradecidos. Y este entorno de confianza hace que la relación entre tú y yo funcione.

A la porra los 6 minutos por paciente...

28 mayo 2019

Agridulce

Porque no sé de qué otra manera puedo llamar a esta no-despedida. 
No puedo dejar de contarte cómo fue la partida de mi Centro de Salud; ese sufrido consultorio que me ha visto pasar de medicoblasto asustado a médico residente o "resistente" a medicucha de familia.

Como toda batalla que está llegando a su desenlace y pasa por esa fase de tensión. Agrio. Yo me encontraba con el siguiente panorama: mi tutora ya había dado su voto de confianza definitivo y me había permitido (si no, empujado a) asumir la consulta por mí sola durante los últimos 15 días de trabajo bajo estrecha supervisión pero sin contar con ayuda para aprender a "gestionarme". Eso incluía: la consulta con una agenda de 36 pacientes citados, tramos de incidencias, informes, domicilios y los "extras" (esos pacientes sin cita que necesariamente tienes que ver tú y pueden llegar a ser hasta 12 ó 15 al día). Partes de baja/alta laboral, recetas, efectos inesperados a medicamentos, altas hospitalarias después de largos ingresos, cirugías inminentes o, desgraciadamente, neoplasias de reciente diagnóstico. A todo hay que hacerle su hueco.

Yo creo que no lo llevaba mal, como residente uno aprende mucho mediante el ensayo-error y, como le dije a mi tutora, entiendo que "a veces está bien estar desbordado, así uno ve de lo que es capaz". Lo que no estaba planeado era un giro en la historia. Mejor dicho, un giro en las ruedas del coche por una absurda distracción que me envió directamente a la cuneta de la autovía cuando iba una tarde al trabajo. ¡Un susto! Por suerte la chapa del lateral izquierdo recibió todo el impacto y estoy agradecida porque el único daño que hay que lamentar fue el que sufrió mi tarjeta de crédito tras los arreglos. Dulce. Este pequeño incidente ocasionó que pasara mis últimos días de trabajo con baja laboral, dolor cervical en rehabilitación y una sensación entre agria y dulce de susto, escasa frustración por no poder ni despedirme y, a la vez, un gran alivio porque puedo contarla sin secuelas.

De hecho, yo estoy mejor y mi pequeño ya está fuera del taller y con su primera revisión de ITV hecha. Un final a lo Juego de Tronos: poco épico, un poco así, de aquella manera... agridulce, pero igualmente un final.

Ya sabes: disfruta de la semana, se feliz  y...
 ¡ten cuidado en la carreteeera! 

23 mayo 2019

Ahora que esto se termina

Aprobé la carrera de Medicina en 7 años.
Preparé en examen MIR en Madrid en 2014.
Y ahora han pasado un poco más de 4 años desde que saliera del Ministerio con aquel papel reciclado en la mano que decía que tenía una plaza como Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria en Gran Canaria. 

"R1 es dar la bienvenida, R2 para disfrutar,

R3 hay que estudiar y el R4, trabajar."


Esto fue lo que me dijeron nada más llegar.
Créeme, estas palabras han resonado tantas veces entre tú y yo, que las podría recitar en sueños.

La cuestión es que dejé Tenerife y a mi familia y me vine solita a esta isla. Comencé a trabajar desde el principio en una dura carrera de fondo que me iba a dejar casi sin aliento. Es agotador. Por suerte, la mitad de las historias malas se me han olvidado y de todo ello he decidido quedarme con lo mejor. Las personas, las risas y la pasión. Está claro que estas son las piezas que mueven el mundo, al menos el mío. 

A lo largo de estos 4 años ha habido innumerables ocasiones de flaqueza, de escasez de energía y de impulso. Por enfermedad, porque la vida es dura, injusta, y porque parece que no siempre se puede arreglar todo a la vez. La verdad es que lo que uno entrega a estos 4 años no está pago. Las noches, las facturas de la gasolina, los pacientes demandantes, los domicilios de última hora, los trabajos, las libretas del residente... y, en general, todo el tiempo que hay que dedicarle. TODO. Si no, esto no sale. Aunque yo digo que al final, cuando parece que ya no podemos, siempre hay para un pasito más. Aunque sea pequeño. 

Admiro a todos mis compañeros residentes y valoro el esfuerzo de todos porque estos años incluyen mucho trabajo y mucho estudio también. Los cursos, las sesiones, las jornadas, los congresos. Cada mes hay algo nuevo y llega un punto en que te ves metido en una rueda que no deja de girar y que acaba en la cuneta. Socorro
En el comienzo tuve mi época rebelde
No iba a llegar hasta ahí para no celebrarlo. Y vaya que si lo celebré. El primer verano como residente sólo recuerdo salir de fiesta. Un día cualquiera, tanto si era sábado, martes o jueves. No me importaba para nada madrugar y no me preocupaba por ser puntual. No sé qué cursos nos dieron pero sí que me acuerdo de las noches que estaba despierta hasta las tantas en la calle, de las copas derramadas, de las risas y de... más cosas. En aquellos días (y noches), la vida era divertidísima y sencilla. La disfruté mucho.
Luego, Cupido me flechó y caí de lleno en el amor. 
Conocí a mi novio, en el trabajo claro, y arrimé a un lado todas las noches de jolgorio para dedicárselas a él. Esto también me llevó a aprender bonitas lecciones pero da para varios cafés. La cuestión es que me ayudó a amueblar un piso y la cabecita. 
Y por último, hubo un momento, no sé exactamente cuándo, en que no me quedó otra que ponerme a trabajar pero... A TOPE. Intensamente. Sin descanso. Día y nochesss. 
Así ha sido el último año. Ya no había tiempo para fiestas, ni para la contemplación, ni el amor (bueno, para eso siempre). Sólo carretera, cafés y comidas preparadas en la neverita, maleta con almohada y sábanas en el maletero del coche y noches fuera de casa haciendo guardia. Bolsos para arriba, bolsos para abajo todo el rato. 

Durante los salientes tampoco dormía mucho, de hecho creo que no dormí nada. Siempre tenía miles de asuntos por hacer y algunas veces me tocó regresar al Centro de Salud para meterle mano al proyecto. Con tanto va y viene llegué a gastar hasta 250 eur en gasolina en menos de un mes (muchísimo) y más de 100 horas de mi vida en colas de autopista. Manejaba 3 agendas a la vez, sin contar el planning de la nevera. Y los días y las noches eran: trabajar, trabajar, trabajar. En definitiva, la vida del residente mayor. 

Ya hace varios días que terminó nuestro contrato. Uno se queda como... en el limbo. Es ahora cuando, ordenando papeles, pienso en todas esas historias de los últimos 4 años y me parecen importantes, aunque fueran movidas. Lo que más me alegra es haber presentado el proyecto de R4, haber terminado la libreta del residente, dejar de hacer 5 guardias al mes y no tener que rellenar más protocolos de Riesgo Cardiovascular, al menos durante un tiempo. 

Si te preguntas: ¿y ahora qué? Pues, ni idea. Yo también me lo pregunto, pero sin agobiarme. De momento sé lo que toca... 
¡vacaciones! 

29 noviembre 2015

Seis meses de Luna de Miel (en Atención Primaria)

Esta semana se han cumplido los 6 meses de rotación en Atención Primaria, la mitad de mi primer año de residencia MIR. Por supuesto, hoy me he despertado con la necesidad imperiosa de contártelo.

Los cachorritos de Medicina Familiar y Comunitaria somos los residentes más afortunados de todos -me arriesgo a asegurar, ya que casi ninguna otra especialidad pasa tanto tiempo en su servicio al principio. Para nosotros es doblemente importante porque, como nos dijeron al principio "no pertenecemos al hospital, sino a la comunidad" y tener esto presente sin conocer primero el que ha de ser nuestro hábitat natural, es difícil. 

Sin haber pisado aún el hospital, puedo decir que la consulta de Atención Primaria es un lugar duro, con alto nivel de rendimiento, donde se trabaja (y nos exigen) muchísimo, con una gran carga asistencial diaria y con escasos periodos de tregua, normalmente sin bajar de los 35-40 pacientes al día. A pesar de esto, también es la consulta más agradable, donde la gente aprende a conocerte y al final se deja coger cariño. Llegas a saber sus historias, a entender mejor los por qués, a sufrir un poquito con ellos y a reír siempre que se pueda. Cuando lo haces bien, los pacientes vuelven a darte las gracias. Cuando lo haces mal, se cambian de cupo y te miran mal desde la sala de espera de la otra consulta. Qué le vamos a hacer, no todo son aciertos.    

La consulta de Primaria es donde he podido formarme mejor, inventando el tiempo para aprender siempre algo nuevo, revisar tratamientos, organizar protocolos y preparar exposiciones. Esto ha sido posible gracias a que el destino quiso poner en mi camino una tutora estupenda y dedicada, responsable y constante. No me quedó otra que devolvérselo de la misma manera, dando todo lo mejor de mí cada día. Por supuesto, ya la echo de menos. Algo parecido ocurre con mi compañera V., mi co-R de centro de salud que ha estado trabajando conmigo codo con codo. Aunque a ella no necesitaré echarla de menos porque se viene conmigo al hospital; ambas sabemos que nos espera un periodo de adaptación. Ya sabes, lo nuevo y desconocido da un poco de angustia al principio. El hospital ahora se nos hace un mundo contando también con que ninguna de las dos es de la isla, así que lo único que conocemos del Hospital Insular es cómo llegar a Urgencias (por las guardias) y desde allí al comedor o al cuarto de descanso. Tampoco ha de ser muy difícil, supongo...

Desde la izquierda, mi coR V. y yo junto a nuestros tutores.

¿Qué he aprendido en estos seis meses? Que el Médico de Familia es médico, a domicilio muchas veces, amigo, consejero, confidente, oyente, cómplice, psicólogo, intermediario, dietista, personal coach, farmacéutico, guía espiritual, lo que el paciente necesite que seamos. "Los pacientes mienten" -me dijeron. En ningún sitio se han oído tantas verdades como entre esas cuatro paredes de nuestra consulta. Hay personas que acuden simplemente buscando una opinión sobre qué hacer respecto a algún asunto. La cuestión es que no hay asignatura que valga para este trabajo. Lo único que tienes como arma para ayudar a los pacientes muchas veces es lo que llevas contigo en la vida, la humanidad y la empatía. 

A mi tutora y a mí los pacientes nos llaman "la pareja tranquila".

Una paciente nos dijo el chisme un día. Eso es porque si tenemos 6 min. por paciente, nosotras les damos ocho y luego finalmente son quince, veinte o los que hagan falta. Hay personas que requieren más tiempo que otros y esto, los demás no lo entienden hasta que están dentro de la consulta. Algunas veces también es porque nos la juega la tecnología y el ordenador se pone como le da la gana. La cuestión es que ninguno se queda sin ser visto, escuchado y atendido. Esto lleva su tiempo y, aunque se desesperen en la sala, al final todos se van agradecidos. 

A los abuelos, que nunca fueron objeto de mi devoción, les he terminado cogiendo cariño. A muchos los llamo de nombre, me dan besos cuando me ven incluso por la calle y se sienten totalmente seguros cuando acuden a Urgencias y me encuentran a mí allí. Yo me siento como su protectora y no es rara la guardia que busque en la lista de pacientes ingresados algún nombre conocido, por si les hiciera falta mi ayuda, consuelo o compañia.


He descubierto que mi punto débil son los pacientes hipocondríacos, bipolares e histriónicos. Para ellos sólo tengo mi mejorada cara de póker. A veces uno tiene que aprender a luchar frente a la transferencia y contra-transferencia para evitar conflictos. Por más que quiera, hay cosas que me cuesta entender y aceptar. Será cuestión de tiempo y de madurarlo.

El verano fue sin duda la mejor época, cuando comenzaron de nuevo las clases en septiembre y la gente volvió de vacaciones el nivel asistencial se intensificó así como las exigencias docentes. A mí me pilló regresando de viaje. Benditas vacaciones, entre Tenerife y Londres, me ayudaron a ponerme las pilas. Al volver no me costó mucho coger ritmo de nuevo y aunque es cierto que hay fines de semana que no puedo mover un músculo, la cuestión es que me gusta mi vida tal y como es. Ahora mismo no cambiaría absolutamente nada. Lo que queda por aprender, la gente que queda por conocer, los pacientes que aún tienen mucho que enseñarme... todo eso, es parte del camino. 

Las guardias en Urgencias serguirán siendo como hasta ahora. Uno ve todos los pacientes que pueda, les alivia el dolor, les pone oxígeno, una dieta adecuada y luego va a buscar al adjunto cuando algún monitor pita más de la cuenta o no tienes ni idea o crees que aquel paciente está para irse a casa. Lo de las 24 horas se lleva medianamente... pfs, buah.. se lleva. A mí en particular siempre me atrajo mucho más trabajar de noche que de día; al igual que viajar. El ritmo nocturno es diferente al diurno por todo: el tipo de pacientes que llega, escuchar la sala de Observación en silencio, con las luces a medio apagar y el sonido de los monitores. Me gusta. Hay veces que he tenido tiempo hasta de estudiar; otras, de echar un sueñecito con la cabeza empotrada en el teclado. Uno va conociendo a los equipos de enfermería (y ellos a ti), a los celadores, aprendes a hacerte autosuficiente y no esperar por el auxiliar, que está ocupado, para que solucione cosas que puedes hacer tú mismo. 
En definitiva las cosas marchan. El tiempo va pasando, a veces a una velocidad pasmosa. Me pongo a pensar en cómo estaba yo al principio del año, viviendo en Madrid, opositora MIR echa un lío y con el estómago trancado en un nudo marinero de los fuertes; luego en mi casa, en Tenerife deseando pasar de página durante unos meses interminables, luego mudándome a Gran Canaria, comenzando a vivir por mi cuenta, empezando de cero una vida nueva en un sitio conocido sólo a medias, comprando mi coche soñado, aprendiendo lo que es ser solvente (y responsable) y ahora... aquí estoy, dando las gracias cada día, por cada paso que di y las decisiones que me trajeron hasta aquí, queriendo echar pequeñas raíces justo donde estoy para que todos sepan a dónde pertenezco. Después de lo malo, lo nefasto y lo buenísimo, todo ello, sólo me queda decir entre tú y yo que, volvería a hacerlo. Una y otra vez, elegiría este camino desde el principio. Estoy agradecida incluso a los obstáculos que me obligaron a rectificar rumbo, orientándome hasta este lugar, me hicieron fuerte y me enseñaron que, lo que había al final de todo, era sólo el principio.
¡Feliz semana a todos, 
muchos ánimos para los opositores MIR 
y abrazos para aquellos que me leen!

07 julio 2015

Taller de entrevista clínica

Esta semana y la anterior ha habido un silencio (dis)funcional en este blog debido a los cursos que hemos tenido que atender. No lo digo como queja, sino como nota informativa. 
Los primeros días de julio fue sobre el manejo de la consulta de Atcn. Primaria (básicamente papeles que tenemos que conocer y manejar, bajas laborales y otros trámites no faltos de importancia) y estos días ha tocado hablar sobre la comunicación médico-paciente. (¡JA!) Quizás sea la que más me dio para hablar y no pude evitar intervenir alguna que otra vez... Es que si me pides que te cuente cómo sería el paciente ideal, me estás dando mucha cuerda. Uh, a mí dame cuestiones metafísicas. 
El paciente ideal... ¿existe?
Te diría que no. Si no fuera porque ya lo he conocido. De hecho mi tutora y yo tenemos un par de pacientes de los que podemos decir, son ideales. Son respetuosos en todo momento, nunca vienen fuera de hora, esperan su turno, los motivos de consulta son lógicos, no hacen quejas, te comentan su (así, en singular) problema y suelen ser resolvibles, consumen exactamente el tiempo programado para su cita y se marchan sonrientes. Y sanos, claro. Sin abrazos, sin "mi niña", sin regalos. Considero que no pedimos mucho a nuestros pacientes y aún así, este utópico paciente es más raro de ver que un perro verde.

También es cierto que los pacientes esperan que el profesional sanitario que lo atiende, tenga cualidades parecidas: que sea puntual, que vista de manera profesional, que tenga conocimientos, que sea resolutivo, que sepa escuchar y sea empático. Ajam. Uno trata de esforzarse (en mayor o menor medida) para acercarse a las expectativas de nuestros pacientes pero la realidad es que también somos humanos y las características individuales tienen un papel central en todo este proceso de la entrevista clínica. 

Hablamos sobre las expresiones, conscientes o inconscientes, que podemos mostrar durante la consulta. A veces una mirada, un gesto, una ceja más alta de lo que debía, puede decirle a nuestro interlocutor más de lo que pensamos. Pero esto no es nada nuevo. Seguro que tú mism@ tienes la sensación de ser más expresiv@ de la cuenta y que al leer esto has pensado "es que a mí se me nota todo en la cara". (Si no te ha ocurrido no pasa nada, pero ya que estás, me interesaría que pudieras darme nociones de poker face, gracias). 

Un detalle que a mí me resulta particularmente interesante son los guiños entre tú y yo. A menudo la gente me guiña un ojo (mayormente hombres) en contextos muy variados: desde la consulta al hospital, entre compañeros o desconocidos. No me refiero a los guiños en un bar de copas, claro; sino a esos espontáneos, a los que transmiten confianza, un saludo amistoso, un "bien hecho", en definitiva un guiño que he terminado asociando a un sentimiento agradable. Es por esto que a veces me encuentro a mí misma dejando a un lado el pudor y guiñando el ojo al mundo, transmitiendo siempre en un canal de frecuencias positivas. Te animo a que lo intentes y compruebes el resultado. 

¡Feliz noche lectores! ;) ;)

22 mayo 2015

Cómo sobrevivir al MIR - parte III (el punto final)

Ya sé que terceras partes nunca fueron buenas, así que intentaré ser breve. 
¿Te lo has creído? No sé por qué digo tonterías, tú y yo sabemos que me encanta enrollarme. Lo más destacable es que por fin me quito el cartel de "opositora MIR" y lo cambio por el de ""residente MIR", "residente" o "MIR" a secas. Lo llames como lo llames, voy a empezar a trabajar en el mundo real y esto es un cambio que no pasa desapercibido en mi estudiantil rutina. Probablemente lleves un mes preguntándote qué estoy haciendo con mi vida y por qué me he olvidado de escribir. No lo he hecho, simplemente he estado firmando (así, en gerundio) pero tranquilo que no se me ha olvidado ni un detalle de aquel día...

El gran momento de elegir plaza llegó como habían llegado antes el temido examen MIR y la publicación de las estimaciones: con una lentitud pasmosa y muchísimos nervios. Si tuviera que describirlo en una palabra diría incertidumbre - no miedo. Mi puesto no fue como para tirar cohetes, ni mucho menos; un poco de confeti de colores si me apuras. Así que la espera fue prolongada. Tuve que ver cómo se agotaban delante de mí oportunidades que pensé que tendría en mi mano. Incluso tuve que afrontar la dura pregunta "Deb, ¿vas a repetir el MIR?". NO, gracias. Dicho esto empecé a valorar mis opciones y tomando de partida que me encanta la medicina clínica taché de mi lista todo lo que podía hacerse en un laboratorio, despacho o gimnasio o forense. Al llegar a Medicina de Familia tuve que echarme a reír. Me vinieron a la mente todas las palabras que había dicho sobre esta especialidad y me las fui comiendo una a una. Recordé a todos mis compañeros y amigos, médicos de familia, y me gustó pensar que podía ser uno de ellos. Iba buscando un servicio donde me acogieran y acabé encontrando una familia entera. 

En cualquier caso, elegir especialidad era "fácil", seleccionar lugar no lo sería tanto. No tenía ninguna certeza de que fuera a quedar disponible el sitio que quería para cuando me tocara, pero tenía tan tan clara la imagen en mi cabeza, que era como si ya estuviera allí. Un invierno en Madrid habían bastado para convencerme de que necesito ver luz más de 4-5 horas al día; así que fui con la esperanza de poder vivir bajo el sol. Y sentí que ya era mío, que me pertenecían el mar, la arena y el calor por el mero hecho de desearlo tanto. Fue totalmente un acto de fe. Imagina mi sorpresa cuando miro las vacantes del turno anterior y veo que aún tengo posibilidades. Estaba hecho, aunque quedara sólo 1 plaza, a mí me bastaba. (Luego me enteré que mi abuela había puesto una vela a Santa Rita, no sé si eso hizo efecto plus). 

Bye, Tenerife!
Al salir del Ministerio con mi plaza deseada en la mano sentí que podía acabarse el mundo en ese mismo instante, que daba por satisfecha mi vida. Fue como quitarme el edificio entero de encima. Kilos y kilos de duro hormigón. Aquello no era felicidad, uno está feliz cuando se toma un barraquito. Era algo más grande que la felicidad, el saber que has acabado algo que empezaste hace tanto tiempo que casi habías olvidado por qué lo hacías. Era un bingo, un pleno jugando a los bolos, la primavera y el verano juntos. Estoy orgullosísima de decir que soy médico de familia en Las Palmas de Gran Canaria

Siempre me gustaron los libros, pasar las páginas y que oliera a viejo, cerrar capítulos y empezar otros nuevos. En definitiva, transición. Esta es mi vida ahora. Las semanas posteriores al viaje a Madrid han sido un no cesar de papeles, certificados, firmas, visitas a aseguradoras y fotocopias. La consecuente mudanza (¿cómo iba a faltar?). Y la presentación en mi nuevo servicio donde me esperaba mi nueva familia con los brazos abiertos. Al llegar hasta allí fue como si todo cobrara sentido, todas las piezas encajaban bien. Yo encajaba bien. 
¿Si el MIR me ha devuelto todo lo que le he dado? - me preguntas. No. No espero que la medicina me devuelva todo lo que le doy. Mi tiempo, el de mi familia, mi esfuerzo, mi estudio, mis inversiones, las de mi familia. Dar mi máximo es mi privilegio y no lo hago esperando a cambio aplausos, elogios o diplomas. Lo hago porque quiero; porque no imagino mi vida sin ti, sin la otra parte del "tú y yo". 
Mi consejo para los actuales opositores MIR es el siguiente: Haber recorrido el larguísimo camino de la Medicina es prueba suficiente de que estás en lo tuyo, no te asustas fácilmente, eres duro y haces lo que haga falta para conseguir lo que quieres; tú puedes. Sólo necesitas recordar esto todas y cada una de las veces del día que dudes de tu potencial. No te preocupes por qué vas a ser o dónde puedes terminar trabajando en un futuro incierto. Tú estudia, lucha y céntrate en mejorar tus conocimientos para ti, para tus pacientes
A los que siempre se acordaron de dar ánimos, les retorno mi mejor deseo para sus MIRes y a mis co-resis, ¡¡manos a la obra compañeros!! ¡Nos vemos pronto! :)

04 abril 2015

Cómo sobrevivir al MIR - parte II (el altar de las causas perdidas)

La sensación de hacer el MIR es, en primera instancia, liberadora y gratificante. Te das todas las palmaditas en la espalda que crees que te mereces y más. Saltas de alegría y lloras de felicidad. Reconócelo, llegar hasta ahí tiene mucho mérito. 
Lo que te dure el subidón depende de cada uno. En mi caso fue una noche. Lo justo para disfrutar de un par de copas y volver a casa, meterme en el pijama y forrarme de mantas (en Madrid estábamos bajo cero). Dormí unas 3 horas en las que no noté ningún descanso. No había amanecido cuando en mi cabeza empezaron a acuchillarme, casi literalmente, todas las preguntas dudadas (que fueron muchas). Las horas siguientes fueron un infierno. Mi compañeras de piso se habían marchado a pasar el día fuera por motivos varios y no estaban en casa. Yo me debatía entre meter la plantilla y ver mi estimación, pasar de todo y salir de casa perseguida por todas esas preguntas, llamar a mis padres, coger un cubo para vomitar y al mismo tiempo, mirar si había en el piso algo de soga para ahorcarme. 

Futuros opositores MIR, sé que les gustaría oír cuantos consejos sean posibles. Pero la verdad es que no tengo la clave para poder sobrellevar esos momentos, simplemente hay que sufrirlos pasarlos.
A mí me dio un ataque de llanto. Lloré y lloré. Como nunca antes había hecho. Le dije bye a mi primera opción y a otro puñado de ellas. Te recuerdo que no tenía nada claro mis preferencias y casi cualquier especialidad y lugar de España me parecía bueno; tenía muchas opciones. Pasé unos cuantos días hecha un lío, sin saber a ciencia cierta qué sería de mí. Retomar mi "vida" no me preocupaba para nada, ni los viajes ni ver un último museo antes de volver a casa. Sólo estaba deseando que pasara el tiempo y borrar todas las malas sensaciones que me venían a la cabeza a cada instante (incluso durante la publicidad en medio de los capítulos de Mujeres desesperadas de por las mañanas). 

Los mensajes de "¿cómo te fue?" o "¿cuánto te estiman?" fueron directos a la papelera. A pocas personas les conté cómo me sentía en realidad. La procesión se lleva por dentro y la mía iba para largo. A los días, metí todas mis cosas en cajas y me mudé de vuelta a Tenerife. En casa todos se alegraron de verme y hacía buen tiempo. No tenía el cuerpo para mucha fiesta pero al menos conseguí distraerme más que en Madrid, paradójicamente. Algunas noches volvía a llorar recordando mis opciones y soñando qué hubiera podido llegar a ser con cada una de ellas. Es duro ver cuánto podemos a llegar a mortificarnos, a veces nuestro peor enemigo somos sólo nosotros mismos.
No hay mal que cien años dure. Así que más tarde que temprano, por unos contratiempos, los resultados provisionales llegaron. Bueno, empecemos a construir de nuevo nuestra próxima meta. No más causas perdidas, no más sueños frustrables.   
Si algo me define es la palabra práctica.Tengo mucha imaginación también. No me fue difícil tomar mis posibilidades y edificar sobre ellas. Vi qué especialidades y sitios podía escoger y así empecé a elucubrar sobre el tema. Pero era mentira que todo me pareciera buena idea. Sé que mi interior sabe lo que quiero pero en esos momentos no me parecía inteligente seguir mi intuición, no sé por qué. Creo que la clave es hablarlo, hablarlo de nuevo pero, al fin y al cabo, hablar sobre ello. Buscar información, opiniones de todo y de todos los lugares. Pero España es muy grande y para una isleña, pensar en dar el salto a la Península es como para un pez saltar fuera del agua. No quería limitar mis opciones pero a la vez, tampoco quería volar demasiado alto por si acaso no me recuperara de esa caída. Así que muchas ideas se iban tan rápido como venían. 
Me llevó muchas tardes confeccionar mi auténtica lista de preferencias. Trazarte objetivos con los que no contabas teniendo en cuenta tus verdaderos gustos conlleva conocerte muy bien y enfrentarte a un gran reto: levantarte después de haber resbalado. Después de todo, uno y sólo uno mismo, tiene que enfrentarse a esa gran pregunta 236, "¿y ahora qué quieres?" Para unos será una gran especialidad, para otros el mejor hospital, o una ciudad bien conectada, que esté cerca de casa (o lejos), con mucha o poca responsabilidad, con más (o menos) guardias y, por qué no, un sitio donde nunca sea invierno.
Al final yo también llegué a esta pregunta básica y quise ser sincera con lo que quiero. Me lo debo a mí misma. Así que visualicé el sitio en el que quería vivir y lo busqué en el mapa. El tiempo dirá si es mi auténtico destino.  
¡Ánimos, suerte y fe para todos mis compañeros y opositores MIR! 
   

28 marzo 2015

Cómo sobrevivir al MIR - parte I (construcción y destrucción)

Si acabas de hacer el MIR y no has muerto en el intento, ¡¡enhorabuena!!
Acordaremos que esta prueba es la más perversa atrocidad que se le podía ocurrir al sistema sanitario español para el reparto de sus plazas. Por qué no podemos ser como otros países que nunca han oído hablar del MIR ni nada parecido, en los que puedes ser lo que quieras a la primera y sin un año de estudio de por medio. Nos ahorraríamos un chorrazo de café, otro tanto de somníferos, papel higiénico y la posterior psicoterapia (que a mi entender debería incluirse en el paquete de preparación MIR que ofrecen las academias). Pero en este país no es así; hacemos lo que podemos con lo que tenemos. O más bien "hacemos lo que nos dejan", porque eso de coger tu plaza soñada (a la primera) suena a cursilada. 
Claramente estos renglones no van dirigidos a los que el próximo abril podrán tomar su plaza soñada. Me refiero a todos aquellos que no lo harán. Como ya sabes, yo sólo hablo de lo que conozco y a eso me dedico en este blog. De esto te das cuenta con el tiempo, cuando te quedan más o menos 3-4 meses para hacer el examen, cuando estás tan metido en el fango que no sabes si es mejor intentar retroceder para salir del lodo o from lost to the river

Me parece que no me equivoco al pensar que no son pocos los casos de gente que, tanto si coge plaza el mes que viene como si no, va a tener que despedirse de su primera (tal vez única) opción. Pero claro nadie cuenta esta versión de la historia porque es mejor un éxito completo que un logro a medias. Esto produce un sesgo bestial porque al preguntar en el hospi, los otros residentes te cuentan cómo les fue a ellos y si están ahí, es porque les fue bien. Por favor médicos del futuro, rechacen esta versión del mundo. La realidad es que no sólo depende de cuanto estudies sino de otros muchos factores, tu resultado final en esta gran prueba. 


¿Qué pasa con los que no encuentran al genio al frotar la lámpara? Pues hay varios caminos posibles. Los más fuertes se recompondrán física y mentalmente a tiempo para jugar un nuevo round este año. Otros aún andarán en el limbo de preguntas más existenciales (¿ser o no ser?, ¿MIR o no MIR?). Otros tantos habrán lanzado por la borda las primeras opciones (y quién sabe si las segundas y terceras y cuartas...).

¿Qué pasará con todos ellos? Es fácil, al llegar el próximo mes el que no se haya escondido, tiempo habrá tenido. Sí, incluso si te has comprado un pasaje tan caro como para atravesar medio mundo y tomarte una cola light en Australia, estás visitando el Machu-Pichu y no tienes cobertura (pero sí palo de selfies) o si estás en Dubai ciego de alcohol y otras sustancias. Se espera de todos que seamos lo suficientemente maduros y consecuentes para decidir nuestro futuro para los próximos 4-5 años. 

Me parece que no tiene lugar echar en cara nada del estilo "haber estudiado más" o burradas semejantes. No nos hagamos esto, somos ante todo profesionales. El MIR es un filtro por el que hay que pasar para "hacer cola" sin posibilidad de que nadie se cuele como te pasa en la charcutería si no estás atento. El número para mí siempre fue de lo más irrelevante, sé que muchos comparten mi postura. Un número no me define ni ha venido a demostrar con certeza la proporción de mi esfuerzo -tal como nos aseguraron en las academias que pasaría. 

Durante la preparación MIR, todo ese largo y cansado y difícil camino uno va construyendo sus ilusiones en el aire. Al principio son castillos, al final tiran más a una chabola que otra cosa. En la fase de máximo emparanoiamiento empiezas a vivir en ellos; eso ocurre allá por noviembre (al empezar la tercera vuelta). Habitas tus propios delirios, allí estudias, piensas que vas a subir netas en cualquier momento y en tu tiempo libre... ah no, espera, que no tienes. Sigues trabajando y ves tu evolución subir y bajar sin tener ninguna idea de cómo diablos te va a salir el examen. Nada, aquello es una nebulosa gris.  



En mi caso particular había rechazado cualquier idea de fijarme un objetivo concreto. Desde el principio mi postura fue siempre la misma: "yo voy a esforzarme al máximo, lo haré lo mejor que pueda y me presentaré al examen; ya cuando tenga mi número veré qué puedo hacer con él y cuáles son mis posibilidades". Una manera muy linda de intentar quitarme presión de encima, pero ineficaz.

La realidad es que al acostarte cada noche sólo buscas en tu mente la manera de hacer +1 en tus netas y en tu primera, segunda y tercera opción de especialidad y hospital. Francamente, una (inevitable) estupidez. En mi academia no se cansaban de tratar de quitarnos de la cabeza toda idea de elecciones hasta que llegue el momento adecuado, nos instan a estudiar sin ocupar la cabeza en nada más. Pero la verdad es que la gente te pregunta, tus compañeros de piso, tu casera, tu abuela, tu dentista, el charcutero y hasta tú mismo te cuestionas cuáles serán tus preferencias. Así empiezas a dar forma a esos castillos, a tus propias ilusiones. 

Luego llega el día del examen. Haces tu MIR, sólo un intento.
Y el bombazo no tiene piedad, destruye tus castillitos y chabolas. 

19 marzo 2015

Llámame anticuada, pero llámame

Grace Kelly by Howell Conant (1955)

Bueno, parece que ahora sí es el momento de empezar a mirarse un bikini nuevo para el verano. 

A la gente que vive en sitios donde aún es invierno puede costarle un sobre-esfuerzo creer esto, pero aquí en Tenerife ya hace buen tiempo. En verdad, siempre lo hace. No es extraño que un fin de semana corriente acabe con atascos de coches en doble fila en la avenida de la playa. Y estamos sólo en Marzo.

El caso es que del verano anterior (¿verano? ¿qué verano? ah, mi verano MIR) no me queda mucha ropa de playa (vamos, casi nada) así que he decidido que es un buen momento para renovar mi vestuario, comprarme un bikini nuevo y tirar el viejo. Para saber lo último en tendencias me ha parecido adecuado echar un vistazo a lo que llevan las demás chicas normales. Aunque de normal llevan más bien poco. Y cuando digo poco, es un eufemismo, porque lo que llevan es más bien nada.

No sé si son cosas mías, si estudiando el MIR volví a 1950 y no me he dado cuenta o si soy demasiado mojigata para los días en que vivo. Supongo que tú también lo habrás notado. No hay que esforzarse demasiado para darse cuenta de que predomina cierta ligereza de ropa entre tú y yo o ausencia de la misma.

Están las mujeres que hacen top-less, culotte-less o total-bikini-less. A veces llegan a los extremos. Ayer mismo había una pareja haciendo nudismo en la playa que hay bajo mi casa. No es que tenga nada en contra de ello, siempre que ellos también respeten las zonas destinadas a esta práctica. Lo que me parece un poco más higher, es que esta pareja nudista estuviera dándose amor mutuamente en la orilla de una playa llena de gente un miércoles por la mañana. (Avísame si tú no ves nada anormal en esto, por si tengo que ir a revisarme el juicio). Lo más gracioso fue que, sólo después de acabar las carantoñas y salir del agua, fue cuando se pusieron los respectivos bañadores. (Sí, respectivos porque él la visitió a ella y viceversa).  
Creo que lo único mejor que podemos hacer en casos como el de arriba es respetar la libertad de todos, mantener el decoro y... mirar hacia otro lado esperando que no haya otra chica presumiendo de brasileñas. 

01 junio 2014

¡Hasta pronto!

Con el tiempo, me resulta cada vez más complicado despegarme del blog. En momentos en que he estado sin escribir entre tú y yo se me han ocurrido mil historias que luego, quedaron en nada. No quiero que, mientras preparo el MIR, me pase eso. No te asustes, esto no es una despedida. Al contrario, quiero presentarte mi nueva casa. Por supuesto, de alquiler. Está en Madrid, en un barrio tranquilo, muy cerca de la sede de mi academia. 
Aquí puedes seguir encontrándome. Para leerme o contarme lo que quieras. Nada va a cambiar, salvo mi nueva ubicación. ¿Qué esperar? Mis peripecias con el MIR y mi aventura en la ciudad. Espero que disfrutes con este pedacito de mí que dejo bajo estas palabras, en este sitio maravilloso que tanto trabajo y tiempo me ha llevado construir. Volveré. Ojalá te entre el gusanillo y quieras más. Tendrás que venir hasta mi nueva casa "Aquí, en Madrid". 
¡Hablamos pronto amigos!

01 mayo 2014

La chispa vital

Hace unas semanas tuve un seminario práctico de Reanimación Cardio-Pulmonar (RCP para todos). El objetivo de realizar este taller es prepararnos para una prueba que tenemos que pasar antes de acabar con la carrera, al menos en nuestra Universidad (ULL), el famoso y temido ECOE (Examen de Competencias Objetivo y Estructurado). Viene a ser un examen práctico basado en "estaciones", una de cada especialiadad y en total unas 20 creo, para las cuales tienes 6 minutos. En cada una hay que cumplir una serie de objetivos. El otro día vinieron a explicarnos en qué consistía. 

La sistemática es la siguiente: en una de las plantas del edificio de Consultas Externas tienes que ir avanzando, puerta a puerta, por las distintas estaciones. Te colocas delante de una puerta, lees las instrucciones que hay escritas en un papel pegado allí y al sonar un silbato, entras. Empiezan a contar tus 6 minutos. Lo que se nos pide es por ejemplo, que hagamos una historia clínica o una exploración física, diagnostiquemos ECGs, radiografías y otras tantas pruebas, valoran nuestra comunicación con el paciente o familiares (para esta parte nos ponen a unos actores haciendo de enfermos), que sepamos dar puntos, RCP básica, hacer citologías, sondar pacientes, interpretar fondos de ojo u otoscopias, que sepamos activar un Código Ictus... No voy a aburrirte ahora con todo lo que dan por hecho que sabemos hacer, porque ni yo misma he asimilado aún todo lo que me tengo que preparar mentalmente para ese momento, que será dentro de ¡¡¡¡1 semana!!!! 

Total, lo que me interesa contarte hoy es que en ese taller práctico nos enseñaron en qué consiste hacer una RCP básica (ya pueden estar tranquilos, ciudadanos, que si alguno se "para" por la calle, puedo hacer una reanimación medianamente eficaz... pero mejor no se paren, o si lo hacen, que sea al lado de un desfibrilador). Resulta que me pasé todo un sábado, desde las 9am hasta pasadas las 3pm en el taller. Fue allí, en el antiguo CECS de la facultad (Centro de Estudiantes de Ciencias de la Salud, más conocido como billar o sala de ping-pong) que ahora son las "Aulas de Habilidades" (antes también lo eran). No te creas que no fue emocionante, después de un ratito de teoría nos pusimos manos a la obra literalmente. Una amiga me preguntó si hubo algún anécdota. Pues no sé qué decirte, igual te parece divertido que casi me desmayara después de estar dando masaje cardiaco a un muñeco durante 4 minutos -según me contaron (porque yo estaba demasiado reventada como para mirar el reloj). Cuando habíamos terminado con el masaje y el desfibrilador automático pasaron a enseñarnos a intubar. Eso fue demasiada metralla para mi cerebro hecho papilla. Casi me caigo al piso. Tuve que salir de la sala y me acompañó mi compi L. y uno de los monitores. Me tumbé con las piernas en alto y desayuné. El resto de mis compañeros no tuvieron tanta suerte porque no hubo descanso hasta que nos marchamos, a las 4 de la tarde. Dar Soporte Vital Básico es muy duro. 


Luego hubo una práctica por grupos en las que se simulaban situaciones de la vida real, pero ya en una sala o "cuarto de paro" del hospital. Tenían allí un "carro de parada" -como los llamamos, con desfibrilador de verdad y todo. Fui una de las afortunadas en pasar por las "palas" y aprender a dar descargas de 200 julios a la gente (inconsciente y que no respira). Guau. Eso sí que estuvo bien. Fue muy emocionante aunque me daba un poco de pánico pensar que en cualquier momento podía pegarle una descarga a alguien sin querer. Aún así al final, después de todos nuestros esfuerzos, el paciente se nos murió porque hizo una asistolia que lo mandó al otro barrio (RIP)

Qué vamos a hacer, no siempre se puede ganar... Lo importante es saber qué hacer entre tú y yo y tener ganas de probarse a uno mismo. 

     Puede que la próxima vez...

21 abril 2014

Poniendo melodía a mis días


Hay canciones que al oírlas, las escuchas. Por algún motivo inexplicable te llegan a entender y se sincronizan contigo. ¿No te ha pasado? Claro, a mí también. Si me preguntas cuál es la banda sonora de mi vida, te diría que hay ciertas canciones que recuerdo porque las entonaba en momentos más tristes o las gritaba cantaba a pleno pulmón cuando estaba más eufórica (yo es que soy medio maníaca). Estos días, la melodía que suena en mi cabeza es más o menos como ésta de arriba. Creí que la euforia por terminar la carrera me habría consumido a estas alturas pero lo que se siente es más ligero, tranquilo y seguro. Al menos yo. Se acerca el fin. Y te lo digo ante el inminente examen de Medicina Interna que tengo mañana. Ocurre como cuando pasas mucho tiempo preparando un examen y el día antes ya tu cerebro te dice que no puedes con más, que lo hecho, hecho está, de la manera que sea. También es que pienso que nada puede competir con los nervios que se pasan cuando te toca escoger plaza MIR. A mí aún me queda un año, pero estos días no he dejado de pensar en mis antiguos compañeros de clase que ahora están decidiendo ¿qué? ¿dónde?. Uff, eso sí que me estresa. Pero intento recordar que mi yo del futuro puede con eso. Tengo esa esperanza entre tú y yo. Por ahora, no miro mucho más lejos. Sólo sintonizo canciones armoniosas que me gustan, como ésta... Felices minutos musicales ;) 
     

13 abril 2014

Working Day


Hoy he decidido ponerme con la redacción de la memoria de mi Proyecto de fin de grado (PFG). No sé si más atrás te conté de qué iba: sobre el suicidio, desde el punto de vista forense, no psiquiátrico. Acoté mi búsqueda a los que habían ocurrido en la Isla de Tenerife, y sólo en los últimos 4 años. En total, han sido casi 300 casos que, entre tú y yo, han sido 300 archivos para leer. Sí, he leído mucho últimamente. He visto casos interesantes y he podido involucrarme un poquito en la Medicina Legal, que siempre fue mi primera opción. Lástima que no tenga salida MIR y que finalmente haya optado por prestar mi atención a los vivos. En cuanto a los informes forenses... los hay más o menos completos, dependiendo de quién lleve el caso claro está. Tal vez, lo que más me ha llamado la atención ha sido lo rápidamente que puede contarse un suicidio. Apenas unos párrafos. Tenía o no familia, se le murió un hijo, había roto con su pareja hacía poco, tenía una depresión conocida desde hacía un año, se encontraba solo, bebía mucho, estaba en tratamiento, alguna vez amenazó con que lo iba a hacer... y en esto que un día lo hizo. No le lleva muchas averiguaciones al médico forense, determinar que una muerte ha sido por suicidio. Suele estar claro, más aún cuando se ha dejado una nota de suicidio. Las he leído. Creo que ha sido lo más trágico y bonito que he leído nunca, mejor que en cualquier libro. Me da un escalofrío al pensarlo. Me encanta mi trabajo. Ahora sólo queda ponerme manos a la obra y hacer parecer que mis resultados tienen algo de sentido. 
¡Allá vamos! Feliz Domingo :)   

02 abril 2014

El ciclo de congelación de los garbanzos

Desde un principio me planteé hacer la segunda parte de mi preparación para el MIR fuera de casa. Es decir, que al acabar el sexto curso este Julio me mudaré a una de las sedes de la academia Amir, hasta Febrero del año próximo. Razón principal: pues que en las Islas Canarias no hay ninguna sede para hacer al menos una parte de la preparación MIR presencial. Razón secundaria: porque en mi casa no hay quien estudie. Total, que mi madre se ha puesto las pilas y ha empezado a darme clases de cocina vital básica (pelar papas) y próximamente, cocina vital avanzada (freír papas). Esto se basa en que yo pongo mi poker-face y la dejo que hable, igual que cuando veo las e-clases de Amir. Confío en que algo retendrá mi cerebro (confío demasiado en él, ahora que lo pienso). Lo mejor es que, cuando cierro los ojos por la noche e intento dormir, todo vuelve... pasan ante mí los pacientes con manchas extrañas y posiblemente contagiosas que toqué ese día, las vídeo-clases de 5 horas, el esquema de las vasculitis, el TNM del cáncer de pulmón, el algoritmo de la insuficiencia respiratoria y mi madre contándome qué hacer con los garbanzos cuando están congelados y quieres ponerlos en la sopa. Entre tú y yo sabemos muy bien que, cuando no sepa qué hacer con las papas, la llamaré para que me lo cuente todo otra vez. 

22 junio 2013

Esperando el último acta

El acta de notas, claro. Fue el miércoles pasado. 
Puedo decir con gran placer y satisfacción que todas las asignaturas de la carrera están oficialmente aprobadas y superadas con buenas notas. Así que ¡adiós, comisión de apuntes! ¡adiós, fotocopiadora! ¡adiós temas de 24 páginas con cuadros borrosos en blanco y negro! Seis años me ha llevado, completar estos 5 cursos teóricos. Así que, ya iba siendo hora...  Por eso me asustó un poco cuando, dos días después de la publicación de las actas, recibí un correo de un profesor con asunto: "Error". Uff, el corazón se me desmayó. Para colmo, fue uno de esos momentos en los que el portátil decide ponerse a actualizarse y no camina ni para delante y para detrás. Cuando por fin pude leer el correo... alivio. Se les había olvidado contar unas décimas en una de las asignaturas así que pasé de tener un ajustado 6'9 a un feliz 7 con unos escasos decimales. ¡Bien! A quién le molesta recibir noticias así. Todo zanjado y ahora, amarrado, esperando que llegue el día de hacer mi última matrícula en esa secretaría mohosa de la Facultad de Medicina de la ULL. 

En el fondo, tú y yo sabemos que aún me queda el sexto curso de Medicina, que no va a estar libre de pruebas prácticas, escritas, orales, difíciles o más sencillitas. Además a eso hay que sumarle que estaré preparando el MIR al mismo tiempo. Pero yo soy de las que cree que si no tienes algo de lo que preocuparte, no tienes nada por lo que alegrarte.

FINAL DE 1er CURSO - JULIO 2008 (desde la izq: Miri, Ale, yo, Patri, Isa C. e Isa F.)

06 marzo 2013

Entre dos causas

Es malísimo estar entre dos causas que se te presentan igual de atractivas. Tengo un secreto que me trastorna ¡¡No sé a quién me gusta tratar!! ¿Adultos o niños? Madre mía, que problemón. Una simple pregunta que me lleva en dos sentidos totalmente diferentes, ¿cuál escoger? ¿cómo saber si tengo aptitudes para lo uno o lo otro? En estos momentos es cuando esos tests para conocerte a tí mismo, te pueden ser útiles. Y ni con esas, porque según el último que hice, mi especialidad recomendada era Trauma (¬¬ eso es no conocerme para nada). Me han dicho "pero di, ¿cuál prefieres?". Mi respuesta sigue siendo: "es que no lo sé". Adoro a los niños, pero también me encantan algunas especialidades médicas del adulto. Me cuesta creer que me esté debatiendo entre dos especialidades tan diferentes y aún así tengo mil dudas. ¿A quién querré tratar durante el resto de mi vida? El otro día estaba convencida de que iba a decantarme por los adultos, pero la idea de no tratar niños, ni tener girasoles pintados en la pared, ni el olor a colonia Nenuco en toda la planta, me hizo reconsiderar todos mis esquemas. ¡Ay, Señoooor! Pff, imposible de decir ahora... Claro que tampoco es necesario. Estos días lo que debe preocuparme es la ristra de trabajos que hay que entregar, aprobar las últimas asignaturas y agotar las menos convocatorias posibles para no tener que pasarme el verano estudiando. Sí, creo que tanta charla MIR me está estresando más y antes de la cuenta. MIR... esa nueva etiqueta aquí, entre tú y yo, hasta ahora desconocida y que prontamente, será tan recurrida.